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Perder los hilos

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No era simplemente una vista hermosa aquella de la lejanía de los bosques oscuros en fantasías de lo desconocido, recayendo sobre el prado de un cielo en ocaso en el cual flotaban como sueños perdidos las hojas de antiguos otoños. No era solo una imagen del corazón inocente que ante los silbidos del viento silente, entre los pasares de la imaginación que escucha el tartamudear de los ancianos perdidos en los sonetos, en los vinos, se convierte en desliz de un cuerpo inmaterial, como ambivalente figura de la ausencia, de emociones fugitivas, que se arrancan entre la controversial consecuencia de unos latidos límpidos, tras otro más apagado, más escaso, más sumiso. Eso no es amor en la misma medida que el dar vueltas en círculos no es trascendencia, pues carece de muerte solo aquello que desconoce el pesar de los latidos. El flujo natural de las narrativas se acopla en la espera de ese momento donde del cuerpo nace el musgo y entre los cardos la lombriz alimenta la tierra del álamo que l

Las flores de un parque infinito

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"Ten cuidado cuando tomes el viaje, no mires la sombra que a tus pies se extiende. No mires atrás otra vez ya que los sonidos del tren oscurecen los sueños. Pétalos de flor por el aire, miramos como caen de noche. En cada instante de silencio supe escuchar tu voz melancólica y sin embargo nunca te podré responder. Hoy es un frágil otoño y el árbol desprovisto de la belleza de antaño, blanco se extiende hacia el mediodía cuando de regreso viene la pena y el día muere otra vez. Veo cómo te alejas sin poder controlar mis sentidos que claman un poco de piedad. Tal sonrisa en mis recuerdos, tales ojos que brillaban siempre para mis lamentos. Todos mis sueños parecían desaparecer en las noches interrumpidas en sonetos indescifrables que merodeaban la misma pregunta. ¿Cuánta soledad más podré soportar? Pasa el tiempo, los días, las lunas una y otra vez, con los labios mordidos y los ojos humedecidos, me tiemblan las palabras, suben por la garganta y el silencio es lo que se escucha. Toma

Rewind

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La cama, la almohada, la oscuridad de la noche y el quiebre de la voz cuando reconoce que los pasos dados fueron los equivocados. Vamos otra vez. La cama, la almohada, la oscuridad de la noche y la luz tenue de la luna que se mete entre las cortinas, reflejando las grietas del muro, el moho y la radio negra sobre el improvisado escritorio inclinado… de nuevo La cama con el viejo y sucio colchón de espuma, en un rincón de la pequeña habitación a oscuras… y es solo un niño atravesado de pies a cabeza por el ir y venir de la misma letra deformada, del mismo zigzagueo de los sueños que comienzan a acumularse como polvo sobre su pequeña cabeza y sin notarlo…. Sin notarlo…. Mierda, vamos desde cero. Duerme entre el susurro de una vida miserable, que narra poco a poco su ida inevitable hacia un camino del cuál no hay retorno. De su dedo presiona el gatillo, baja por la palma y se difunde por todo su cuerpo, el abandono de la consciencia es acompañado por un breve tono de luz cálida… Vue

Génesis

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Nazco de la espuma que brota de la tierra, como un cálido sentimiento que habita sus horizontes. Deambulo sin rumbo a donde me lleven mis pasiones y en ellas percibo la eternidad de su presencia solitaria. Hago de un charco de sus lágrimas la espesura de mi carne, me contorsiono en el movimiento oscilante de su sombra hasta que siento el latido dentro de mi pecho. Estoy aquí por ti oh Dios, que de tu sal ha brotado la vida y en mi mente anhelo tus anhelos. Emana de mi boca el deseo por sentir de tus labios la dulzura infinita de tu creación, quiero hundirme en esa voz cuando mis oídos se posen sobre tu pecho y en el sonido de tus latidos arrancarme de mí ser el alma. Hacernos uno y de ese modo abandonar la soledad. Me siento solo, postrado en mi propia fantasía, solo ante el mar agitado en mis parpados y agotado de esta soledad que me cala con el frio de tu presencia monolítica. Me entrego al destino y suplico por tu voz, dame vida o dame muerte. Dejo caer mi cabeza al fuego, entre s

La despedida

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Algo tiene que decir la lluvia cuando toca y se despedaza en el suelo, cuando deshace en ilusiones la imagen vedada, cubierta por manto de sueños. La lluvia cae y se enreda en ella. Dice ella, en un pequeño instante frente al suspiro detenido, guardados en la distancia los silencios, entre los reflejos de los ojos idos, la imagen aparece diluida en los charcos cuando el cielo colapsa y rompe en llanto. Es jueves por la noche en agosto, mes de encuentros y distancias, la transición entre dos opuestos, entre los nubarrones grises y el florecer lento de los colores. Y esta noche llueve de improviso cuando vamos dando paso ligero hacia nuestro punto final. Sobre nosotros la lluvia sinuosa, suave como una letanía y yo sentía que nos pertenecíamos de algún modo y sin decirlo, ambos nos regalamos ese instante, aunque sabíamos que tan sólo sería eso. Frente a frente y se invierten las dimensiones en espejos infinitos, tu y yo y el silencio, tu y yo y la nada, tu y yo una vez más atrapados en u

Las sombras de las palabras de una conversación

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No hay comienzo al camino que recorro en este palmo, siempre es un mismo pasaje que retoma el paso cansado al mirar hacia atrás y no reconocer nada. Se agotan las palabras al girar el rostro, nunca estuvieron ahí, se marcharon mancharon marchitaron en la mirada… Y ahí se empozan los girones, expandiendo diluyendo atrayendo a sí de lento a nada y de poco agotarse fundirse en el reflejo cálido… (respiro…), distante, pues no se trata de sí ni de mí ni de nadie… Sólo el gesto ante la declaración (mutismo…), pues nada queda por callar más que el silencio mismo: Despojado de toda palabra, de toda belleza, de toda expresión, en el parto partido parido parasitario que cae sin nacer del ojo oculto, mira irse y encontrarse sin que el dolor agobiante pueda calmar ni despojarle de sus penas… el espanto es inevitable (conclusiva...) "no hay lluvia que pueda detener un río"

Insomnio

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En el umbral del sueño se desliza tu aroma y rozo con mis dedos tu piel. Cuando despierto, apenas veo tu sombra desvanecerse trás el movimiento de las manijas del reloj. Noche trás noche, en la soledad de la habitación, me hundo en el frío de tu abandono, te lloro aún cada día hasta caer de cansancio sobre mí almohada, pero no logro conciliar el sueño y divago entre los contrastes de la luz en la habitación, reparo en la caída de tu pelo sobre tu rostro sereno y lo muevo lentamente para apreciar el susurro que se escapa de tus labios. Merodeo los rincones de la habitación, tolerando la congoja de sentirme insuficiente, cargando un lastre de cuerpo enfermo, de ser víctima y culpable de mí propio juicio; de mi propia condena a ti pedirte perdón, por la miseria que brota de mi sangre, miseria de mis anhelos y esperanzas, que porto en mi ser y deposito en tu vientre, para luego fugarme en las olas tempestuosas de los tormentos que habitan en mi pecho y no lo soporto, no soporto más darme v

Desierto

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De un mirar lento sobre la tierra seca y polvorienta que adorna mi destino, la ando sin zapatos y vuelto hacia atrás con el rostro perturbado, callando el recuerdo... cualquiera, da igual Un momento que se hace ante el vacío, en el silencio de un gesto que sobra. Ya los pasos van todos perdidos sin el sueño que los empuja a marchar... un retroceso, una pausa, la caída, da igual Hundo la mirada cansada en esta tierra seca, único espacio para la vida. Lloro y se hace lodazal cuando reaparece la infancia dolida, guardada en el mirar desamparado... hunde y calla todo, da igual Este sentir la perdida arrebata los contornos, con uno se hace el silencio y uno es el polvo. Giro la mirada y detengo el paso extenuante, respiro, respiro, respiro el paisaje con el cual me deshago de mí... en el tacto rompe el llanto, sobre las flores del camino negadas, que yacen perdidas, ataviadas en el espacio infinito en donde todo se hace nada.

Mirada Dual

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Te quedas en el reflejo de tu ser, lo aprecias, solo miras y sonríes. Es todo confuso, veo  tu mirada perdida, escucho ruidos incomprensibles dando vueltas en tu cabeza. Cada una de esas voces es un paisaje en tu alma que compone tu ser, te vuelves sobre ti mismo en un giro en espiral hacia abismos insondables de tus alucinaciones infantes. ¿Estás feliz con eso? Giras en ti mismo y en el vértigo de tu mirada se escapa una mueca delirante. Pasa el rostro de tu madre colgando ropa en un perchero, la mano de tu padre acercándote un dulce al llegar del trabajo, los temblores de tus manos al recibir una mala calificación en la escuela, la sensación de libertad en el trazo de un cuerpo mutilado, del árbol infinito y el hombre de las sombras. Son estas mismas manos con las que cuentas los segundos en un movimiento convulsivo, las que diseñaron las dimensiones de tu propio paraíso. Allí habitas apreciando tu último segundo, tu último respiro perpetuado en la ensoñación etérea de una voz ajena