Rewind


La cama, la almohada, la oscuridad de la noche y el quiebre de la voz cuando reconoce que los pasos dados fueron los equivocados. Vamos otra vez.

La cama, la almohada, la oscuridad de la noche y la luz tenue de la luna que se mete entre las cortinas, reflejando las grietas del muro, el moho y la radio negra sobre el improvisado escritorio inclinado… de nuevo

La cama con el viejo y sucio colchón de espuma, en un rincón de la pequeña habitación a oscuras… y es solo un niño atravesado de pies a cabeza por el ir y venir de la misma letra deformada, del mismo zigzagueo de los sueños que comienzan a acumularse como polvo sobre su pequeña cabeza y sin notarlo…. Sin notarlo…. Mierda, vamos desde cero.

Duerme entre el susurro de una vida miserable, que narra poco a poco su ida inevitable hacia un camino del cuál no hay retorno. De su dedo presiona el gatillo, baja por la palma y se difunde por todo su cuerpo, el abandono de la consciencia es acompañado por un breve tono de luz cálida… Vuelve en sí y… y … y…

Era realmente pequeña esa habitación, un tanto sucia o, al menos, llena de todo tipo de cosas. Rollos de papel, lápices, libros, ropa. En sus muros se filtraba todos los años el moho por entre las grietas. Si te acostabas en la cama, la ventana quedaba justo a tus pies. Podías ver el cielo raso de día o de noche, con un poco de imaginación podías elevarte, flotar y entrar en un plano infinito. Una habitación del todo pobre, no diré humilde pues en todo sentido era miserable, aunque de niño esos temas no se cuestionan. Para mí era una habitación para estar a solas y por esto era el lugar más deseado por sobre todo… un lugar a solas, oscuro y sin límites. En fin, en qué quedé.

… Retoma el camino de regreso hacia el pequeño umbral de consciencia, solamente para volver a hundirse en el más oscuro sentimiento, recorrerlo una y otra vez hasta hacerlo suyo. Ese dolor, tanto dolor, a qué se debe la profunda tristeza de sus palabras… y ¿por qué la sonrisa? ¿Sabía acaso que estaba muerto? Demonios, solo es un niño… ¡de nuevo!

La cama, la almohada, la infinita oscuridad de su voz confesional, repitiendo el duelo de sus pasos errados, de su caída inevitable en el abismo de su alma fuera de sí, incomoda en su pecho desborda en gritos, en lamentos y en la lírica maldita, sarcástica y deprimente. Susurra… “Vamos, aquí te vas a divertir de ser un alma miserable, un espectáculo irónico sobre cómo las risas te pueden llevar al suicidio”, desgraciado… ponle Play de nuevo

La cama, la almohada, la profunda oscuridad de la noche,




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