Descompostura
El círculo es imaginario e insonoro, no posee lenguaje propio, gira, se
estira y retuerce en un mismo lugar. Solo está y existe en este espacio que se
visualiza entre uno y otro como una imposibilidad. En su presencia no hay más
que un desconcierto analfabeto, da vueltas sobre su propio eje con los ojos
vueltos hacia adentro, buscando el punto central de una figura que se desliza
difusa detrás de lo que llamamos humanidad.
Retuerce la mirada sobre si mismo y deja salir un chasquido de rabia, el
tumulto insoportable de ácaros se posa sobre su piel deshumanizada y no están
ahí, se deslizan invisibles dentro de su cuerpo resquebrajado en indecencia. Se
siente desnudo al contemplar el espectáculo inmundo de su propia negación de existencia.
Van disolviéndose las figuras espectrales que acompañan los muros grisáceos,
mirando como que no ven, haciendo como que no escuchan, volviéndose sobre si
mismos para evitar la imagen denigrante de su propio analfabetismo.
No hay cristo ni cristiandad sin el olor a sangre, orina y excremento.
Este es el balbuceo irreductible de la corporeidad de ese que se
retuerce sobre el piso marcando el paso de su propia locura, en el ir y venir
de su propio circulo imaginario de inocencia. No lo comprende ni puede
comprender pues le acusa en el margen de su propia conciencia. Vaya usted, siga
usted que no lee en este cuerpo la muerte de su propia mísera y vacía
existencia, pues usted solo busca en su interior -cual esquizofrénico- el
circulo en su cabeza que limpia su cuerpo de todo sentimiento de culpabilidad.
- “Dejo caer la atención en esa esquina, donde se desprende ese olor a
mierda. Solo mirarlo me provoca pavor, un miedo a que me mire. Uno, dos,
tres, cuatro... le da vueltas a la cabeza sin mirar a ningún lado. Con los ojos
cerrados le da un giro y otro, se detiene, avanza y retuerce. No necesito
ver esto hoy, mejor sigo caminando un poco más rápido, a lo mejor ni se dio
cuenta que estuve aquí. Uno, dos, tres, cuatro... le da vueltas a la cabeza
sin mirar a ningún lado. Con los ojos cerrados le da un giro y otro, se
detiene, avanza y retuerce...”
"Ese minuto que ves sobre mi almohada me advierte que la muerte esta a mis pies Cuando yo a sus pies despierte..." (Anguita) |
Texto: Hari Irarrázabal
Grafito titulado "Cristo yacente": Carozo
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