Como el cielo

(Gustav Klimt - El Beso)

Te miro entre el silencio y pienso en las imágenes y los colores que tu ser resignifican para mí. Dibujas con tus gestos y miradas un sueño perdido que se entrega en los tonos, las palabras y las letras que nacen en tu alma y terminan de tu lengua en mi lengua, de tu lengua en mi alma.

Me acerco lentamente a la orilla del mar en su azul profundo, levanto mis brazos al cielo y me dejo caer... Sin quitar la mirada de tus ojos, siento cómo nuestros pulsos y sus suspiros se agitan e incitan a las olas a la tempestad. Es entonces que entrego mi cuerpo al movimiento oscilante de las ensoñaciones que palpitan en tu pecho.

Te tomo al ritmo de las pulsaciones de una respiración agitada, 
de un latido al borde del colapso, 
lleno de vida. 

Lentamente te vas haciendo metafísica, 
una musa etérea 
y me empujas al límite de lo divino, 
permitiéndome contemplar y percibir el encuentro de la vida y la muerte, 
para fundirme en todo ello y sentir que mi cuerpo se deshace de sí dentro de tu universo.

Haces de esta voz un delirio ensimismado al envolver con tus muslos y tus manos este cuerpo ido

Arremetes salvajemente buscando ese punto de no retorno
ese momento que se perpetúa en el suspiro que emana de tu alma desnuda, 
entregada a la contemplación de lo prohibido

Te fundes cual ocaso, 
en tonos purpúreos, 
entregándote por completo al movimiento de las olas... mi cuerpo
al suspiro del viento... tu voz
a la perspectiva de lo eterno... nuestro encuentro

En el punto más álgido el cielo alcanza su rojo más intenso, y es entonces que los cuerpos se deshacen y se pierden uno en el sueño del otro, después de lo cual nace la noche teñida por la luz de luna...

Miramos en silencio, uno al lado del otro, como todo descansa en el manto negro, duermes desnuda y te abrigas entre mis brazos, te miro y me olvido de todo.


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