Bosquejo o autoretrato del instante

Por qué intento decir tanto esto, si veo que con el tiempo pasa un sentimiento tras otro y se pierden todos entre las hebras del viento, las siento como indignas pulsiones, mis ridículas expresiones. He vivido y escrito demasiadas mentiras, algunas mías otras no, que se siguen hasta el ahora de modo conciente pero indeterminado. Tanto he hablado que se me apolillan los pulmones por tragar el aire viciado de estas mismas tribulaciones, llenando con cicatrices las manos que tanto han escrito sin nunca poder alcanzar otro fin que la ilusión del mismo. Los espacios deberían estar en blanco, cada extensión de expresión donde existo y se elevan las cenizas de mi vida debería quedarse estáticos. Es esto el ahora y lo siento demasiado profundo: La nada. Cuando hablo de esta hablo de la vida, y es solo un ruido moribundo colapsando detrás y siempre detrás de unas temerosas imágenes, solo lo mismo una vez y otra vez cambiando de colores a un ritmo desconcertante. Son como voces, miles de ellas atiborradas en cada palabra, una distinta a la otra, sin secuencia, sin orden, solo extendiéndose, cayendo, perdiéndose, extinguiéndose en silencios, en las sombras de otras que anhelan ser percibidas. Son todas estas una muerte, y la mía un agobio insoportable. Será mejor dejar de intentarlo, esta inútil descripción sin fondo: un oscuro foso donde caer, caer y caer. Calla este eco que retumba detrás de tus oídos, porque sé que estas ahí escuchándome pacientemente, viviendo tu instante seducido por los horrores que te presento. Será el silencio desde ahora el que acompaña este cuadro de palabrerías inútiles. Tomemos cada trozo de vidrio y arrojémoslo al suelo. Toma mi vida y déjala caer por última vez.

Y es esto, nada más el instante del cual hablamos...

... (Lo que digo de mi es de todo lo confuso que existe mas allá de estas paredes. Maldigo el día, de tarde y de noche por un lento pasaje de vacío a vacío, de existir a existir, de querer dejar de decir y perderse sin mas en las expresiones de este instante, que pronto se disemina y se esparce por los vientos como vida insignificante. Nada guarda de especial, solo es uno más entre tantos vagabundos: Mi día, mi vida. Uno tras otro ahogado en lamento, como granos de arena cayendo, en formas de cristales reflejando: Una lluvia de tristes paisajes. Nada te dicen los recuadros pintorescos sobre este momento, cada texto de falsa palabrería que lleno me vacía el interior. Son todos ellos como viejos insomnes, no saben aun si están vivos o muertos, si tienen alas o no: acurrucado sobre sus rodillas en todos los rincones de una dimensión ínfima y absurda. Conmueve el gesto de sus miradas y el dulce tono de ocaso sobre las sombras de mi ser, todo ello es inexistente. Así es el rostro de los demonios con los cuales siempre soñé: lejanos, en llamas tristes, envueltos en una pasión fría, padeciendo su vida constantemente ida, insensibles a su mismo sufrimiento. Pero ya es nada, todo se pierde en ese mismo gesto, en esa misma figuración de sombras que desconocen las luces. Luces que siempre fueron exiguas, trasparentes e imposibles de retener, los cielos nocturnos blancos en el fondo eran siempre los más oscuros. Siempre estuve de espaldas, contemplando la real forma de mi ser. Como pozos se hacían siempre mas hondos, mas profundos y en ellos me hundo, por ellos me quiebro, ante ellos me fugo.)

... (Hablaremos de recuerdos. Unas cuantas imágenes que se atascan tras frases espesas de magia imposible. En el origen la traición, la caída alada sobre nubes purpúreas. Qué son las bellezas que ahí esconde la vida de las memorias. Todo es tan malo como se dice. Estamos viajados y hablando de la muerte detrás de todo, diciendo cursilerías sobre que el amor nunca fallece, que siente la vida de hoy y luego abraza lentamente el vacío de esas melodramáticas y patéticas figuras espectrales de una vida que ya no sientes. Estas feliz y estas muerto a la vez: corriendo infantil en un campo de árboles primaverales. Una ensoñación con olor a flores, donde figuras sombrías esparcen fragmentos de espejos sin reflejo. Y corres confuso entre letargos divinos hacia el segundo presente que se escapa y que muere contigo en su interior. Es algo tan bello y ficticio estar vivo que en un orden vago, sin nombre, te azota contra los muros de la imaginación una y otra vez hasta descubrir que nada de la misma era realidad.)

... (Qué esperas que te diga, todas son expresiones en contrastes difuminados que ya nada parecen, están sin forma tratando de sostenerse. Como lo digo, nada es lo mismo otra vez. Quiero y pierdo este instante. No siento mi vida y lo sabes, tú tampoco la puedes sentir.)

... No se cómo comenzar a retratar esto...

Comentarios

Conmiseracion dijo…
"Y es todo esto como todo lo que veo: un intento de absurdo engaño, una satira de en un lenguaje confuso, una muestra de cansancio y de ignorancia."

La confesion que faltaba