De la Vida

Viendo este ser desposeído que sale expulsado desde mi interior, como gusano sin vida cae al piso oscuro de sombras infinitas. La media tarde y de espaldas al universo, el sabor amargo de un día perdido en engaños, me he mentido a mi mismo, aun no era viernes. Fue todo un fracaso desde su inicio, los temas se extinguieron, solo queda la muerte. No hay para donde ir. Estoy solo ante una falsa luz recorriendo mi interior para encontrar pesares, tristes sentimientos y soledades, esta lleno de vacío, uno inhóspito como oscuro campo abierto. Es mi apariencia ante el tiempo que se desfigura, mutan las formas y mi ser pretende ser inmutable, afirmarse de los sonidos, del aire, tomarse de las emociones, escuchar las mismas voces, amar de las mismas formas todos los días, sentirme siempre igual que ahora. Este espejo solo refleja mi engaño.


Que hay de mi rostro ya cansado y agrietado que como un viejo ante una ventana de exageradas dimensiones, mirando un cielo frío y libre que mece tiernamente con una brisa helada los montes solitarios con profundas quebradas, un cielo despejado de invierno mas parecido al recorrido de la muerte por los valles. En la lejanía su figura triste y alargada, a paso lento y sufrido se empuja hacia su destino, pretende abrazarme en el mismo momento que me abandona. En este instante veo una verdad: el espectro sombrío de rostro difuso, el acompañante oscuro al fondo del gran espejo que ha estado durante toda mi existencia y aun sigue aquí, esta muerte latente en la memoria y conciencia que como un remordimiento o un recuerdo alimenta las fantasías y los temores, no es realmente un invitado sino que siempre ha sido un amante, mi mismo reflejo sobre todas las facetas de mi existencia.


Me contemplo desde lo ajeno, dentro de una imagen irreal, siempre con el andar triste y solitario hacia la nada, un oscuro foso donde perecer: la vida y sus engaños.

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